Aneurisma de la aorta ascendente
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La aorta es la arteria más grande del cuerpo humano. Surge del corazón, recibe la sangreLa sangre se compone de glóbulos rojos, glóbulos blancos, plaquetas y plasma. Los glóbulos rojos transportan el oxígeno y el dióxido de carbono. Los glóbulos blancos son nuestro sistema de defensa. Las plaquetas evitan el sangrado. expulsada por el ventrículo izquierdo y la distribuye por todo el organismo, un poco como un tronco que dirige su savia hacia las ramas
Una pequeña lección de anatomía
Se divide en tres partes principales:
- Aorta ascendente (A): Parte inicial, nace del corazón y se eleva hasta alcanzar los vasos principales que irrigan el cerebro y los brazos.
- Aorta torácica (B): Desde esa bifurcación, continúa su trayecto descendente atravesando el diafragma, principal músculo respiratorio.
- Aorta abdominal (C): Al salir de la cavidad torácica, sigue en profundidad por el abdomen, donde se divide en dos ramas en forma de Y invertida, dando lugar a las arterias ilíacas.
Tamaño normal
De un segmento a otro, la aorta tiende a disminuir de calibre a medida que se aleja del corazón. Es normal que este gran vaso presente una ligera dilatación con la edad. Sin embargo, el diámetro de la aorta ascendente no debería superar los 4 centímetros.
Más allá de esta medida, hablamos de un aneurisma de la aorta ascendente, una afección que puede presentar riesgos importantes para la salud y que requiere un seguimiento médico riguroso.
Causas posibles
La dilatación de la aorta puede tener múltiples orígenes. Entre las más frecuentes se encuentran:
- la hipertensión arterial,
- algunas enfermedades genéticas como el síndrome de Marfan, así como otros trastornos hereditarios que afectan la aorta,
- infecciones,
- inflamaciones,
- o más raramente, un traumatismo torácico también puede estar implicado.
Un descubrimiento a menudo fortuito
En la gran mayoría de los casos, esta condición es asintomática y pasa desapercibida. Suele detectarse por casualidad durante una tomografía torácica o una ecocardiografía realizada por otro motivo médico completamente distinto.
Del aneurisma a la disección
La disección de la aorta ascendente es una urgencia médica extremadamente grave. Se produce cuando aparece una fisura en las capas internas de la pared de esta gran arteria, permitiendo que la sangreLa sangre se compone de glóbulos rojos, glóbulos blancos, plaquetas y plasma. Los glóbulos rojos transportan el oxígeno y el dióxido de carbono. Los glóbulos blancos son nuestro sistema de defensa. Las plaquetas evitan el sangrado. se infiltre y separe las distintas capas de la pared.
Esta rotura interna puede llegar a provocar la ruptura completa de la aorta, una situación habitualmente catastrófica, con un riesgo muy elevado de fallecimiento.
Afortunadamente, esta complicación es poco frecuente. Pero cuando ocurre, las consecuencias suelen ser dramáticas: aproximadamente la mitad de las personas afectadas fallecen antes incluso de llegar al hospital. Y una vez iniciada la disección, el riesgo de muerte aumenta alrededor de un 1 % por minuto si no se realiza un tratamiento de urgencia.
Esta realidad subraya la importancia del cribado precoz, del seguimiento atento de las dilataciones conocidas de la aorta y de una intervención preventiva antes de que el diámetro de la aorta alcance un umbral crítico.
Cómo observarla
La imagen médica es indispensable no solo para establecer el diagnóstico, sino también para asegurar el seguimiento de los aneurismas de la aorta ascendente.
Existen varias técnicas que permiten visualizar esta parte del corazón, entre ellas:
- la ecocardiografía,
- la tomografía computarizada (también llamada escáner),
- la resonancia magnética (RM).
Estas pruebas permiten medir el tamaño, observar la forma y seguir la evolución del aneurisma a lo largo del tiempo.
El seguimiento
Cuando un aneurisma es de pequeño tamaño (generalmente menos de 5 cm de diámetro en la aorta ascendente), a menudo se recomienda una vigilancia regular mediante imágenes en lugar de una cirugía inmediata.
Este seguimiento permite detectar rápidamente cualquier crecimiento anormal que pueda requerir una intervención. La frecuencia de los exámenes dependerá del tamaño inicial del aneurisma y del criterio del médico.
Algunas precauciones
- Controlar la presión arterial
Mantener una tensión bien controlada es importante para evitar que el aneurisma aumente de tamaño. Se pueden prescribir medicamentos para reducir la presión y así disminuir el estrés sobre la pared de la aorta.
- Moverse, pero sin excesos
El ejercicio es beneficioso, pero deben evitarse ciertos esfuerzos. Se recomiendan actividades de resistencia regulares, como caminar o andar en bicicleta a ritmo suave, y evitar esfuerzos intensos o de fuerza, como levantar cargas pesadas, el culturismo o los ejercicios por intervalos.
- Considerar la herencia
Cuando hay antecedentes familiares de aneurismas, puede estar indicada una evaluación genética. Se busca entonces determinar si existe un factor hereditario, a veces relacionado con un gen transmitido de un progenitor al otro.
El tratamiento
La decisión de intervenir en un aneurisma de la aorta depende de varios factores: el tamaño de la dilatación, su localización, la velocidad con la que crece, así como las características del paciente (talla, peso, estado general de salud, estilo de vida, profesión y antecedentes médicos).
Cuando es necesario intervenir en un aneurisma de la aorta torácica ascendente, actualmente solo existen dos enfoques posibles:
- Una cirugía abierta, con apertura del tórax
Cirugía abierta
Se trata de una intervención mayor en la que el cirujano reemplaza la parte dilatada de la aorta por un tubo sintético, generalmente de Dacron.
Riesgo
El riesgo quirúrgico en un contexto no urgente es generalmente inferior al 5 %.
En cambio, cuando se trata de una urgencia, como una rotura o una disección, el riesgo aumenta considerablemente y puede alcanzar entre un 15 y un 20 %.
El seguimiento postoperatorio
Después de una intervención quirúrgica o endovascular en la aorta, es esencial un seguimiento médico regular. Las imágenes médicas (como la tomografía o la resonancia magnética) permiten vigilar el estado del resto de la aorta, detectar posibles complicaciones y ajustar los tratamientos según sea necesario.
En algunos casos, puede considerarse otra intervención si otros segmentos de la aorta se dilatan con el tiempo.
Una vez iniciada la recuperación, la persona puede retomar progresivamente sus actividades habituales. Por lo general, se levantan las restricciones a la actividad física, pero es importante hacerlo de manera supervisada y sin excesos.
La intensidad y el tipo de ejercicio deben discutirse con el equipo médico, según el estado general del paciente y las recomendaciones específicas para su caso.
En conclusión
Cuando se descubre un aneurisma de la aorta ascendente — a menudo de forma fortuita — el objetivo principal es prevenir su ruptura o desgarro, que pueden tener consecuencias graves, incluso fatales.
El verdadero desafío es elegir el momento adecuado para intervenir: aquel en que los beneficios de la cirugía superan los riesgos de no actuar. Un seguimiento riguroso y una atención personalizada permiten anticipar mejor esta decisión y actuar antes de que ocurra una complicación.