La Aspirina (ASA)

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La aspirina, ampliamente conocida por aliviar dolores de cabeza o fiebre, pertenece a la familia de los antiplaquetarios, y no a los anticoagulantes.
A menudo se dice que «fluidifica la sangre», pero en realidad, actúa impidiendo que las plaquetas formen coágulos, un mecanismo clave en las enfermedades cardiovasculares.

Más información: Los antiplaquetarios

Sus propiedades

La aspirina es una molécula multifuncional con las siguientes propiedades:

  • Analgésica: reduce el dolor;
  • Antipirética: disminuye la fiebre;
  • Antiinflamatoria: combate las inflamaciones;
  • Antiagregante plaquetario: impide que las plaquetas se aglutinen.

 

Esta última propiedad es esencial en la prevención y el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares. Se demostró por primera vez en 1967 y fue confirmada en 1978 para prevenir un segundo accidente cerebrovascular (prevención secundaria). En 1980, se estableció su eficacia para prevenir la recurrencia después de un infarto.

Desde entonces, la aspirina se ha integrado en los cuidados de urgencia durante un infarto agudo y debe administrarse lo más rápido posible tras la aparición de los síntomas.

Modo de administración y dosificación

Una dosis pequeña de 80 mg al día puede ser suficiente para ejercer su efecto antiplaquetario.

El efecto es aún más rápido si la aspirina se mastica, lo cual se recomienda en situaciones de emergencia como durante un infarto en curso.

Prevención secundaria: un aliado indispensable

La aspirina ha demostrado su eficacia en la reducción de recurrencias en personas que ya han sufrido un evento cardiovascular (infarto, AVC o daño en los vasos sanguíneos).

Su uso en la prevención secundaria disminuye significativamente el riesgo de un nuevo episodio.

Prevención primaria: una idea a abandonar

Durante años, se pensó que la aspirina podía prevenir las enfermedades cardiovasculares en personas sin antecedentes. Sin embargo, los estudios clínicos nunca han confirmado este entusiasmo. Incluso en pacientes con alto riesgo cardiovascular, los beneficios potenciales de la aspirina a menudo se ven anulados por los riesgos de sangrados, especialmente digestivos.

Así, tomar una aspirina al día para evitar un primer infarto, un accidente cerebrovascular (ACV) o un accidente isquémico transitorio no tiene ningún fundamento científico sólido. Por el contrario, esto expone innecesariamente a complicaciones.

¿Qué se puede hacer como prevención?

La clave para una prevención eficaz de las enfermedades cardiovasculares radica en la adopción de hábitos de vida saludables. Estas prácticas simples pero poderosas tienen efectos comprobados sobre la salud cardíaca:

  • Una alimentación equilibrada y moderada en alcohol: priorice frutas, verduras, granos enteros, proteínas magras y grasas saludables.
  • Ejercicio cardiovascular y mantenimiento de un peso saludable: una actividad física regular contribuye a fortalecer el corazón y mejorar la circulación sanguínea.
  • Abandono del tabaco: dejar de fumar es una de las decisiones más beneficiosas para su salud cardiovascular.
  • Una buena gestión del estrés: técnicas de relajación, meditación o actividades agradables ayudan a reducir las tensiones.
  • Un sueño reparador: asegúrese de tener una buena calidad y cantidad de sueño para permitir que su cuerpo se regenere.

 

Adoptar estos hábitos es la mejor inversión que puede hacer para su salud cardiovascular.

Para saber más: Los hábitos de vida saludables

En resumen

La aspirina es un medicamento potente y eficaz, pero su uso debe ser específico. Salva vidas cuando se utiliza correctamente, especialmente en el contexto de la prevención secundaria.

Sin embargo, no es un remedio universal y no debe tomarse a la ligera para la prevención primaria. Siempre consulte a un profesional de la salud antes de iniciar este tratamiento.