Episodio 9 -Dr Walt Lillehei, M.D.
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Dr Walt Lillehei, M.D.
El desafío de la cirugía a corazón abierto
A principios de la década de 1950, el mundo médico seguía buscando una técnica que permitiera operar a corazón abierto manteniendo la oxigenación de los órganos.
La hipotermia, que permitía detener la circulación por unos pocos minutos, no ofrecía suficiente tiempo para realizar cirugías complejas.
El Dr. Lillehei formó entonces un equipo para afrontar este reto.
Una idea inspirada en la naturaleza
El punto de partida surgió de la observación del feto: en el útero, la oxigenación se realiza a través de la circulación materna, sin pasar por los pulmones. La placenta, firmemente adherida al útero, es una estructura altamente vascularizada; un cordón compuesto por venas y una arteria transporta el dióxido de carbono (CO₂) y aporta oxígeno a la sangreLa sangre se compone de glóbulos rojos, glóbulos blancos, plaquetas y plasma. Los glóbulos rojos transportan el oxígeno y el dióxido de carbono. Los glóbulos blancos son nuestro sistema de defensa. Las plaquetas evitan el sangrado. del feto.
Este mecanismo inspiró al Dr. Lillehei y a su equipo a reproducir el principio fuera del útero: conectar a un paciente con una cardiopatía congénita a la circulación de su madre o de su padre durante la operación. ¡Lo que funciona en el útero podría también funcionar fuera de él!
Desarrollo de la “circulación cruzada”
Para llevar esta idea a la práctica, el equipo del Dr. Lillehei adquirió tubos de plástico y una bomba de compresión circular. Este dispositivo funciona mediante una rueda que gira y comprime el tubo lleno de sangreLa sangre se compone de glóbulos rojos, glóbulos blancos, plaquetas y plasma. Los glóbulos rojos transportan el oxígeno y el dióxido de carbono. Los glóbulos blancos son nuestro sistema de defensa. Las plaquetas evitan el sangrado. de forma rítmica y ajustable para impulsar la sangreLa sangre se compone de glóbulos rojos, glóbulos blancos, plaquetas y plasma. Los glóbulos rojos transportan el oxígeno y el dióxido de carbono. Los glóbulos blancos son nuestro sistema de defensa. Las plaquetas evitan el sangrado. hacia adelante.
Este método tenía dos ventajas principales: la sangreLa sangre se compone de glóbulos rojos, glóbulos blancos, plaquetas y plasma. Los glóbulos rojos transportan el oxígeno y el dióxido de carbono. Los glóbulos blancos son nuestro sistema de defensa. Las plaquetas evitan el sangrado. nunca tocaba partes mecánicas, lo que reducía el riesgo de coagulación o infección, y los tubos podían desecharse después de su uso, garantizando así una mayor seguridad sanitaria.
Los primeros ensayos en animales
El primer experimento se realizó con dos perros: uno sirvió como donante y el otro como receptor. Ambos fueron anestesiados y conectados mediante la bomba durante 30 minutos. La sangreLa sangre se compone de glóbulos rojos, glóbulos blancos, plaquetas y plasma. Los glóbulos rojos transportan el oxígeno y el dióxido de carbono. Los glóbulos blancos son nuestro sistema de defensa. Las plaquetas evitan el sangrado. del donante se desvió completamente hacia una vena del receptor, lo que permitió detener temporalmente el corazón del donante para realizar la cirugía cardíaca. La sangreLa sangre se compone de glóbulos rojos, glóbulos blancos, plaquetas y plasma. Los glóbulos rojos transportan el oxígeno y el dióxido de carbono. Los glóbulos blancos son nuestro sistema de defensa. Las plaquetas evitan el sangrado. oxigenada del receptor luego regresaba al animal operado a través de una arteria.
Al despertar, ambos perros estaban en buen estado de salud: el ensayo fue considerado un éxito, confirmando la viabilidad de este enfoque innovador.
Animado por este éxito, el equipo fue más allá, creando un modelo de reparación cardíaca: se practicó un orificio entre los dos ventrículos del corazón de un perro receptor. Después de preparar al perro donante y establecer la conexión mediante la bomba, se reparó el tabique ventricular en 24 minutos.
Una vez más, ambos animales se recuperaron sin complicaciones aparentes.
Primera intervención humana: Gregory Gitten
En marzo de 1954, el Dr. Lillehei se preparó para realizar una primicia mundial: reparar una comunicación interventricular (CIV) en un niño de 2 años, Gregory Gitten.
- Debate ético
La operación dependía de la “circulación cruzada”, un método que conectaba temporalmente al paciente a la circulación de un progenitor. Esto ponía en riesgo no una, sino dos vidas: la del paciente y la del donante sano. El riesgo combinado de mortalidad se estimaba en un 200 %, una cifra que causó gran impacto y desató un intenso debate ético.
Los opositores argumentaban que, incluso en una situación vital, una intervención así podría ser moralmente inaceptable. Los defensores recordaban que, sin una alternativa, el niño estaba condenado a una muerte segura.
- Permiso para procéder
Tras largas discusiones y con sólidos apoyos, el hospital concedió una autorización excepcional. La operación se realizó según lo previsto: la CIV fue cerrada y tanto Gregory como su madre donante salieron inicialmente indemnes de la sala de operaciones.
- Fallecimiento por complicación
Desafortunadamente, la victoria fue breve. Dos semanas después, Gregory desarrolló una neumonía grave. En aquella época, los antibióticos y los tratamientos contra las infecciones respiratorias eran limitados, especialmente en niños debilitados por una cirugía mayor.
La infección avanzó rápidamente y, pese a los cuidados, su estado empeoró. Gregory falleció, dejando a un equipo quirúrgico conmocionado y a una madre que, días antes, había arriesgado su vida para salvar la de su hijo.
Este desenlace trágico no borró la importancia histórica del procedimiento. Por primera vez, una malformación cardíaca compleja se había reparado mediante cirugía a corazón abierto gracias a la circulación cruzada entre dos seres humanos. Este avance, aunque marcado por la pérdida, abrió el camino a nuevas técnicas y a la investigación que transformaría la cirugía cardíaca.
El caso de Annie Brown
Poco después de la primera intervención humana, otra pareja acudió al Dr. Lillehei. Su hija de cuatro años, Annie Brown, tenía una gran comunicación interventricular. En cada latido, parte de la sangreLa sangre se compone de glóbulos rojos, glóbulos blancos, plaquetas y plasma. Los glóbulos rojos transportan el oxígeno y el dióxido de carbono. Los glóbulos blancos son nuestro sistema de defensa. Las plaquetas evitan el sangrado. oxigenada pasaba del ventrículo izquierdo al derecho, sobrecargando la circulación pulmonar.
Esto provocaba un exceso de flujo hacia los pulmones, favoreciendo infecciones repetidas y amenazando su vida a corto plazo.
Annie había sido hospitalizada varias veces por neumonías graves. Las pruebas mostraron que solo su padre era compatible como donante para la circulación cruzada. La cirugía, inicialmente prevista, tuvo que posponerse debido a otra infección pulmonar.
- Una cirugía exitosa, pero no sin suspenso
Cuando finalmente pudo realizarse la operación, Annie fue conectada a la circulación de su padre y su corazón fue abierto. El orificio en el tabique ventricular fue localizado y suturado. Pero al cerrarse el corazón, surgió una complicación: el ritmo cardíaco volvió, pero extremadamente lento.
Un bloqueo cardíaco completo interrumpió la conducción eléctrica hacia los ventrículos, probablemente causado por una sutura cerca del sistema de conducción. En ese momento, no existían marcapasos para resolver tal crisis.
Tras 90 largos segundos, el ritmo normal volvió espontáneamente, evitando un desenlace fatal. Padre e hija despertaron sin complicaciones inmediatas. La recuperación fue tranquila y Annie pudo regresar a casa libre del defecto cardíaco que había amenazado su futuro.
Resultados y complicaciones
En nueve semanas, siete pacientes fueron operados con este método: solo uno sobrevivió sin secuelas, los demás fallecieron o sufrieron un accidente cerebrovascular.
A pesar de ello, el Dr. Lillehei logró la primera corrección de una tetralogía de Fallot.
La circulación cruzada fue finalmente abandonada en favor de otras técnicas.
Legado
El Dr. Walt Lillehei falleció el 5 de julio de 1999, a los 80 años.
Pionero audaz, abrió el camino hacia la cirugía cardíaca moderna.





















