Las reacciones psicológicas más comunes después de un infarto
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Un infarto puede generar diversas reacciones emocionales. Comprender estas reacciones y conocer ciertas estrategias puede ayudar a atravesar este período a menudo exigente.
El evento actúa como un verdadero choque emocional. Surgen temores, y la capacidad de adaptación se pone a prueba. Aceptar que el corazón, un órgano vital, está afectado por una enfermedad puede ser especialmente difícil.
Esta preocupación puede verse amplificada al compararse con otras experiencias. Conocer a alguien que haya fallecido debido a un infarto o enfrentarse por primera vez a una enfermedad cardíaca son situaciones que pueden intensificar el miedo y aumentar la sensación de vulnerabilidad.
Cada persona atraviesa esta etapa de manera personal y única. La reacción psicológica depende de numerosos factores como la gravedad del infarto, las circunstancias del evento, la historia de vida, la personalidad, el nivel de estrés y los recursos de adaptación disponibles.
Tres dimensiones principales permiten abordar la incidencia psicológica de un infarto:
- Las reacciones psicológicas más frecuentes
- Las estrategias que pueden favorecer la adaptación
- Los momentos en que es importante buscar ayuda
¿Cuáles son las reacciones psicológicas más comunes después de un infarto?
Después de un infarto, es común —y completamente normal— experimentar varias reacciones emocionales. Estas forman parte del proceso de adaptación a la nueva realidad de salud y a los cambios personales o en las relaciones que pueden surgir. A continuación se presentan las reacciones más frecuentes:
Con el tiempo, el cerebro ayuda a procesar lo sucedido, pasando poco a poco de la desconexión a una mayor conciencia de la situación y sus consecuencias.
- Negación
Es la tendencia a minimizar o rechazar la realidad de la enfermedad. Se puede pensar que todo está bien y querer seguir con la vida tal como era antes, sin cambios.
Esta reacción puede ser una forma de evitar enfrentar la necesidad de cambiar ciertos hábitos o aceptar un tratamiento a largo plazo, como dejar de fumar o tomar medicamentos diariamente.
- Tristeza
La tristeza puede estar relacionada con la pérdida del sentido de seguridad, la aparición de limitaciones físicas o el miedo a la muerte.
Este sentimiento es normal y tiende a disminuir con el tiempo, a medida que se aprende a convivir con la enfermedad y se descubre que aún es posible tener una vida plena.
- Deseo de aislarse
Algunas personas sienten la necesidad de estar solas o sólo con sus seres más cercanos, como una forma de protegerse o reencontrarse consigo mismas.
- Vergüenza y desvalorización
Puede surgir la sensación de haber perdido valor, de ser menos capaz o incluso de sentirse avergonzado por haber tenido un infarto.
- Miedo
Es frecuente tener miedo de sufrir otro infarto, de haber cambiado para siempre, de morir, de ser abandonado o de no poder retomar la vida anterior. Estos temores pueden afectar distintas áreas de la vida cotidiana.
- Evitación
Consiste en no querer pensar en el infarto o evitar hablar del tema porque genera emociones difíciles de manejar.
- Hipervigilancia
Es el estar constantemente atento a cualquier malestar físico, por temor a que se trate de otro problema cardíaco.
¿Cuánto tiempo tomará sentirse mejor emocionalmente?
Estas reacciones emocionales suelen disminuir con el tiempo, a medida que la persona retoma sus actividades, proyectos y cuida su salud. Es normal tener días buenos y días más difíciles.
El proceso de adaptación puede durar desde unas semanas hasta algunos meses, y es fundamental respetar el ritmo de cada persona.






















