Desarrollo del sistema cardiovascular

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El sistema cardiovascular es el primero en entrar en funcionamiento en el embrión. Desde la tercera semana, la circulación sanguínea comienza, permitiendo nutrir y oxigenar las células en pleno crecimiento.

Nacimiento de los vasos sanguíneos y de las células sanguíneas primitivas

Los vasos sanguíneos surgen inicialmente a través de la formación de pequeñas cavidades, o lagunas, dentro de las células embrionarias. Estas lagunas se van uniendo progresivamente para formar una red de vasos. Las células que permanecen dentro de estos conductos se transforman en células sanguíneas primitivas.

Este proceso ocurre simultáneamente en todo el embrión y en la placenta, garantizando así un suministro adecuado de nutrientes y oxígeno necesario para su desarrollo. Sin embargo, la producción propiamente dicha de sangre fetal comienza a partir del segundo mes de gestación.

Un dibujo para entender mejor

El desarrollo del corazón y su posición en el embrión se explican mejor con una ilustración.

Imagina una esfera dentro de la cual se encuentra el futuro embrión, que adopta la forma de un disco plano que separa dos cavidades distintas.

En el exterior de esta esfera, comienza a formarse una red sanguínea que alimenta y oxigena al embrión, garantizando así su desarrollo.

Las células programadas para el corazón están lejos del tórax

Volvamos a la imagen del disco en el centro de la esfera. En esta etapa, las células destinadas a formar el corazón se encuentran en la zona cardíaca, localizada en uno de los extremos del disco.

Esta región está situada frente a las estructuras embrionarias como la cabeza, el cerebro y otros órganos en desarrollo. En esta área, se forman dos tubos paralelos a cada lado, marcando las primeras etapas de la construcción del corazón.

El corazón se pliega sobre sí mismo a medida que crece

Algunas partes del embrión, como la cabeza y el cerebro, se desarrollan más rápidamente que otras. Este crecimiento asimétrico provoca una curvatura del disco embrionario.

Paralelamente, el disco se ensancha, generando una segunda curvatura lateral, similar a las alas de un pájaro que se pliegan hacia su abdomen.

Este plegamiento lateral acerca los dos tubos cardíacos paralelos, que se fusionan en su porción central durante la tercera semana.

En la cuarta semana, este tubo cardíaco único se alarga rápidamente, formando dilataciones y compresiones en diversos puntos.

Su rápido crecimiento, combinado con el espacio limitado, lo obliga a plegarse hacia el lado derecho, adoptando primero una forma de «U». A medida que continúa desarrollándose, adquiere posteriormente una forma de «S».

Este proceso de plegamiento reposiciona las diferentes partes del corazón embrionario: la aurícula y el seno venoso se ubican hacia la parte posterior, mientras que el ventrículo y el bulbo arterial ocupan la parte anterior.

El rápido crecimiento de la cabeza desplaza el corazón hacia el tórax

Al mismo tiempo que el disco embrionario se pliega lateralmente para permitir la fusión de los tubos cardíacos, el desarrollo acelerado de la cabeza provoca una flexión significativa. Este movimiento desplaza progresivamente la zona cardíaca, que inicialmente se encontraba en la parte frontal del embrión.

Como resultado de este desplazamiento, la zona cardíaca es empujada hacia abajo, colocándose finalmente bajo el embrión. Esto posiciona al corazón dentro de la cavidad torácica, su ubicación definitiva.

Y su ubicación dentro de un pequeño saco

El desplazamiento del corazón hacia la futura cavidad torácica lo lleva a penetrar en una pequeña cavidad que se ha formado para envolverlo.

Esta cavidad se convierte en el pericardio, una fina membrana protectora que rodea al corazón, lo protege y le permite moverse libremente mientras mantiene su posición en el pecho.